CRISPR, patentes y cómo la innovación crea (o no) empleo

Son (somos) pocos los blogs dedicados a la transferencia de tecnología o, de una manera más amplia, a la relación entre la investigación científica y la empresa. Sin embargo, éste es un campo que despierta cada vez más interés. Casi a diario, es fácil encontrar artículos y apuntes en blogs y medios que sí abordan de un modo u otro sus diferentes facetas: desde la gestión de la investigación y de la innovación o la propiedad industrial e intelectual, hasta el desarrollo de negocio o la estrategia empresarial, entre otros. Con los contenidos más destacados de esta semana que termina, he preparado esta breve revista de prensa (o, mejor dicho, de blogs) que comparto con vosotros.

Son (somos) pocos los blogs dedicados a la transferencia de tecnología o, de una manera más amplia, a la relación entre la investigación científica y la empresa. Sin embargo, éste es un campo que despierta cada vez más interés. Casi a diario, es fácil encontrar artículos y apuntes en blogs y medios que sí abordan de un modo u otro sus diferentes facetas: desde la gestión de la investigación y de la innovación o la propiedad industrial e intelectual, hasta el desarrollo de negocio o la estrategia empresarial, entre otros.

Con los contenidos más destacados de esta semana que termina, he preparado esta breve revista de prensa (o, mejor dicho, de blogs) que comparto con vosotros. 

La revista Genética Médica dedica un artículo sobre la guerra de patentes entre la Universidad de California en Berkeley y el Instituto Broad de la Universidad de Harvard y el MIT a propósito de la tecnología CRISPR-Cas9, que permite introducir mutaciones o reparar cambios en el material genético de una célula. Sobre CRISPR-Cas9, sus fundamentos y sus posibles aplicaciones se ha dicho y escrito mucho, quizá incluso demasiado. Podéis encontrar una excelente conferencia sobre los sistemas CRISPR-Cas de la mano del Dr. Martínez Mojica, «padre» científico de los mismos. El artículo de Genética Médica pone de manifiesto, por una parte, que los litigios sobre propiedad industrial no son en modo alguno exclusivos de las grandes empresas, y pueden enfrentar en los tribunales a instituciones académicas. Por otra parte, supone un interesante caso de estudio jurídico que ilustra las diferencias que se derivan de aplicar los criterios primero en inventar («first-to-invent«) o primero en registrar («first-to-file«).

Francisco Moreno analiza en su blog diferentes modelos econométricos sobre la producción de patentes y de publicaciones científicas en función del gasto público y privado en I+D. Como sería de esperar, grosso modo el gasto público en I+D fomenta las publicaciones y el gasto privado en I+D las patentes, pero las conclusiones de estos modelos sugieren también una aparente relación negativa entre gasto público en I+D y el número de patentes triádicas, lo que resulta más sorprendente. Francisco deja el debate abierto a posibles explicaciones para este fenómeno. ¿Podría una deficiente estrategia de propiedad industrial en universidades y organismos públicos de investigación contribuir al mismo?

Precisamente de las patentes generadas por la universidad española se hace eco Pedro Uceda en su blog, en el que desgrana el contenido del informe “Las universidades españolas. Una perspectiva autonómica” de la Fundación CYD. Con buen criterio, Pedro destaca el hecho de que el informe no recoge datos sobre cuántas de estas patentes están siendo explotadas de manera efectiva. ¿Sigue la universidad, en materia de propiedad industrial, centrada en la cantidad antes que en la calidad? Con todo, no olvidemos que no sólo de patentes vive la transferencia de tecnología.

Dejamos de hablar de patentes para terminar hablando de innovación. Xavier Ferras reflexiona sobre si la innovación crea o destruye empleos y ofrece una respuesta casi salomónica: «la innovación disruptiva es una generadora neta de empleos, mientras que la innovación incremental destruye puestos de trabajo». Sin embargo, Xavier refina esta hipótesis al incorporar a la ecuación no sólo el tipo de innovación sino también el sector al que ésta se aplica, y la ejemplifica con acierto al aportar datos del empleo generado por los gigantes de Internet estadounidenses y la industria manufacturera alemana. Esta última sería capaz de generar 16 empleos por cada dólar inyectado en el mercado financiero, frente a sólo 1 empleo creado por parte de las primeras. ¿Deberían las políticas de innovación considerar este aspecto, por ejemplo al priorizar determinados campos científicos o sectores económicos? ¿Biotecnología o Internet de las Cosas? ¿Industria 4.0 o energías renovables?

¡Feliz semana!

3 comentarios

Rosita González 28 marzo, 2016 Contestar

Me parece muy interesante la posición que planteas para centros públicos de investigación y universidades en cuanto a esta nueva posibilidad tecnológica que se dislumbra. Estoy trabajando mi tesis en regulación de estas nuevas tecnologías, particularmente con CRISPR-Cas9 y me parece muy interesante si pudiéramos intercambiar opiniones en este respecto de propiedad intelectual e innovación.
saludos
Rosa

Óscar David Sánchez 13 abril, 2016 Contestar

Hola Rosita, gracias por tu correo. El tema de tu tesis me parece muy interesante. Puedes contactar conmigo para lo que necesites a través de la sección de Contacto de la web.

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