En el Día Mundial de la Propiedad Intelectual e Industrial (sí, amigos, hay días para todo) sorprende leer un par de noticias que, al menos en apariencia, cuestionan el argumentario habitual a favor del uso de patentes, marcas, diseños y otros derechos como herramientas para fomentar la innovación y la creatividad.
El Instituto Neurológico de Montreal (MNI), de la Universidad de McGill en Canadá, anunció el pasado mes de enero su decisión de adoptar radicalmente los principios y prácticas de la ciencia abierta (open science) para «acelerar» su investigación científica. ¿Qué implica esta decisión? Para empezar, que todos los resultados y datos que obtengan estarán disponibles libremente, junto a sus publicaciones científicas. Pero lo más sorprendente es que el instituto no solicitará patente alguna sobre sus descubrimientos. Guy Rouleau, director del instituto canadiense, reconoce que «es un experimento, nadie ha hecho esto nunca».

De ciencia abierta y de apertura se está hablando mucho, quizá demasiado, desde hace ya un tiempo. Para los que no estén familiarizados con el término, la ciencia abierta se puede definir cómo el conjunto de prácticas que hacen que todo el proceso de investigación científica sea completamente accesible y transparente, y comprende conceptos como datos abiertos (open data), acceso abierto (open access) o código abierto (open source), entre muchos otros. La apertura se ha convertido en la nueva moda en política científica y, como suele pasar con las modas, alcanza su paroxismo cuando los políticos la integran en sus discursos, como el pronunciado por el Comisario Europeo de Investigación, Ciencia e Innovación, Carlos Moedas, el pasado mes de junio.
En el caso del MNI, no parece que la decisión se haya tomado a la ligera o como respuesta a esta moda. Se produce tras un año de consultas y debates entre todos los miembros de instituto, que en su mayoría apoyan la nueva política. Hay quien lo considera incluso «un imperativo moral». Con todo, la participación en la iniciativa es voluntaria y, en materia de propiedad industrial, da la opción a los investigadores de solicitar patentes sobre sus resultados de investigación, a título particular. Rouleau reconoce que esta política conlleva renunciar a ingresos por licencias en un futuro, pero también argumenta que la investigación que desarrollan es muy básica y que el retorno obtenido hasta ahora ha sido limitado. La misión del MNI es «acelerar la ciencia, no hacer dinero», sentencia Rouleau. Ahí queda eso.
Bajo principios similares, Myeloma UK y el Consorcio de Genómica Estructural (SGC) han firmado un acuerdo de colaboración con el objetivo de acelerar el descubrimiento de nuevas dianas farmacológicas contra el mieloma y, en última instancia, el desarrollo de nuevos tratamientos para los pacientes de esta enfermedad. SGC y Myeloma UK han acordado no solicitar ninguna patente sobre los resultados de la investigación y poner a disposición de la comunidad científica tanto el conocimiento como los materiales y reactivos que se generen, sin restricción alguna.
Según Eric Low, CEO de Myeloma UK, no sólo se trata de obtener mejores resultados de su investigación, sino también hacerlo «más rápido y de una manera más eficiente». ¿Ralentizan las patentes la investigación científica? «Entendemos que una manera de lograrlo es compartiendo abiertamente los descubrimientos en fases tempranas (…) compartiendo nuestros datos y nuestras herramientas podemos aprender más sobre las enfermedades y, juntos, acelerar el progreso hacia tratamientos más efectivos» explica Low. El acuerdo entre Myeloma UK y el SGC es el primero de estas características en Europa, y destaca aún más si consideramos que el SGC es un partenariado público-privado que reúne a multinacionales farmacéuticas como Novartis, Pfizer o Janssen, entre otras.
Conclusión y reflexión
¿Qué es lo que está ocurriendo? ¿Está cambiando realmente la manera es que se hace ciencia, tal y como insinúa Moedas? ¿Las empresas farmacéuticas se han convertido de repente en organizaciones sin ánimo de lucro?
Con seguridad, ni una cosa ni la otra.
La ciencia abierta es un movimiento muy heterogéneo en sus manifestaciones y también en sus causas. La decisión del MNI viene motivada, en primer lugar, por una reflexión sobre qué estrategia es la más adecuada para realizar su misión como institución científica. El retorno que universidades y centros de investigación obtienen de sus derechos de propiedad industrial es con frecuencia escaso y, bajo este punto de vista, cobra sentido la opción de renunciar a los mismos y facilitar la reutilización por terceros del conocimiento generado, en línea con lo que preconiza el movimiento de la ciencia abierta. En contraposición, se suele argumentar que los resultados de investigación que no están protegidos adecuadamente carecen de interés para las empresas y, por lo tanto, nunca llegan a convertirse en innovaciones que beneficien a la sociedad. Sin embargo, en el caso particular de la investigación en biomedicina y biotecnología, existe un debate abierto -y no resuelto- sobre hasta qué punto el conocimiento y los resultados científicos deben ser objeto de privatización y comercialización bajo la forma de derechos de propiedad industrial.
Por su parte, es cada vez más habitual que la investigación farmacéutica se desarrolle bajo la forma de partenariados público-privados en los que los participantes ponen a disposición sus derechos de propiedad industrial o incluso renuncian a los mismos. En un contexto de elevado riesgo y coste como es el necesario para el desarrollo de nuevos fármacos, la propiedad industrial deja de emplearse para bloquear a posibles competidores y se convierte en una herramienta que permite atraer a colaboradores dispuestos a compartir dichos riesgos y costes. No obstante, como señalan los investigadores Javier Lezaun y Catherine M. Montgomery en un reciente trabajo, esto se da sólo en la medida en la que los resultados últimos de esta colaboración sean susceptibles de protección en el futuro. Es por ello que este tipo de iniciativas y consorcios se suelen limitar a fases más o menos tempranas de la investigación, como es el caso de la colaboración entre Myeloma UK y SGC, o el MNI.
¿Te parece acertada la política de no solicitar patentes, como norma general? En su caso, ¿qué motivos aconsejarían adoptar esta decisión?
¿Crees que es una tendencia que se extenderá en el futuro a otros organismos de investigación, universidades o proyectos?
5 comentarios
Genial post. Me surge la duda de si un tercero podría aprovechar los resultados de estas investigaciones «abiertas» para patentarlas. En ese caso, ¿tendría sentido que lo patentaran pero no lo explotaran comercialmente, cuestiones fiscales aparte?
Un abrazo
Hola,
Me parece adecuada, un poco de autobombo para no repetir mis opiniones, ni extenderme.
http://blogdesilta.blogspot.com.es/2016/03/psed-la-investigacion-debe-estar.html
http://www.slideshare.net/silta/ie-gi-bimrv
Vicente, en teoría, podrías impugnar una patente si no es novedad en el mercado. Así que ante una demanda de alguien que patenta lo que tu ya hacías y te demanda, hay caso. ¿Las evoluciones (a grosso modo vendrían a ser los modelos de utilidad)? es más complejo de defender porque alguna cosita puede ser novedad pero habría que ver en qué medida.
No es que sea fácil y evidente, pero sinceramente se podría investigar.
También he visto a empresas grandes copiar a pequeñas y asfixiarlas económicamente con juicios y recursos y oposiciones a sus registros de patente. En cierto modo era el concepto del «patent troll».
Pero si no hay patentes para nadie el problema está resuelto y se puede utilizar el secreto industrial, por ejemplo. Y la investigación base interesante a partir de la cual innovar… no sólo puede licenciarla una gran empresa, sino que las pequeñas también, puesto que si no hay patente no hay concepto de licencia.
Gracias, Oscar por la entrada. Saludos,
Hola Oscar.
Mi respuesta:
http://bit.ly/24mhZ3V
Por otro lado, Vicente: si no se comercializa la patente se entiende que no se explota, y por tanto podrá caducar con lo que has perdido la inversión:
http://www.oepm.es/cs/OEPMSite/contenidos/Folletos/06-cuestiones-basicas-patentes-modelos.html
Saludos.
Hola Óscar,
muy interesante el artículo!
Como no todo es blanco o negro, tanto un extremo como otro pueden estar suficientemente justificados. También hay otra postura curiosa que es el Easy Acess IP, patentar para «regalar» las licencias. Creo que es una postura intermedia a tener muy en cuenta
http://www.biocentury.com/innovations/strategy/2014-03-20/translational-notes-easy-access-ip-ahead-of-the-game-or-easy-way-out-s5
saludos
p